
Nuevo material artificial
El material artificial para las nuevas fachadas serán también ventiladas, es decir, dejan un pequeño margen de espacio entre los muros del edificio y el recubrimiento. Las nuevas placas se compondrán de un material fenólico, una especie de composite elaborado con fibras de celulosa y resinas de alta durabilidad
Diputación reclama a la constructora el cambio de las fachadas del frontón Bizkaia
La Diputación Foral ha reclamado a los responsables de la construcción del frontón Bizkaia la sustitución de las cuatro fachadas del edificio tras detectar graves deficiencias en las placas y sus elementos de sujeción. En la actualidad, la Diputación está asegurando más de 150 placas para evitar su caída. La gravedad del asunto es tal que la sociedad foral Azpiegiturak, responsable de la construcción del bloque negro que destaca en el barrio de Miribilla, ha decidido iniciar de oficio la retirada de las más de 10.600 losetas que componen los algo más de 6.800 metros cuadrados de superficie de las fachadas del frontón. Una operación que rondará los dos millones de euros de coste y que pretende concluir en el plazo de un año. Desde la Diputación esperan que tanto la dirección de obra, responsable de controlar el proceso de construcción del edificio, como la unión temporal de empresas (Construcciones Adolfo Sobrino, Cycasa y Asaser), que ejecutaron los trabajos, se avengan a responsabilizarse de los futuros trabajos. Todavía no han pasado los 10 años desde la entrega del proyecto, el frontón se inauguró en marzo de 2011, y al ser un defecto de obra, los responsables de la ejecución tienen que hacerse cargo de los deterioros, según especifica la ley. En caso contrario, el ente foral tomará medidas legales. El frontón Bizkaia se encuentra en una área abierta y alta donde el viento y la lluvia azotan con ganas durante el invierno, mientas que en verano el calor que puede alcanzar este material, cuando el sol da de pleno, también afecta a su estabilidad.
Extracto de noticia publicada en el periódico DEIA por Alberto G. Alonso
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