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Las termitas son una plaga bastante común en pueblos húmedos del norte, aunque en algunos lugares llegan a enraizar de tal manera que pueden comerse la mitad de un municipio sin miramientos. Como en Larrabetzu, donde su casco antiguo cuenta con hasta 57 edificios afectados. Allí residen 120 familias de un pueblo de poco más de 2000 vecinos, según las estimaciones municipales. Los vecinos comenzaron a percatarse hace unos 3 años y hace dos crearon una asociación de afectados. No fue hasta el pasado mayo cuando el Ayuntamiento decidió tomar cartas en el asunto y hace menos de un mes el Consistorio comenzó el proceso de eliminación instalando alrededor de 200 cebos. En el proyecto se invertirán 60000 euros. Han instalado cebos con comida envenenada que tarda en hacer efecto. Las obreras van transmitiendo la sustancia tóxica al resto del nido, provocando que éste acabe desapareciendo. El proceso para acabar con ellas es largo. En las etapas iniciales, los dispositivos sólo se utilizarán para controlar la actividad de los bichos y no contiene insecticida. Cuando la empresa ya ha localizado las colonias, comenzara a depositar veneno en los mismos. Los cebos con insecticida son muy atractivos para las obreras y actúan de forma lenta. Esta circunstancia favorece que no identifique el insecticida como algo dañino. Se tarda años hasta que se puede decir que el problema se ha resuelto. Uno y medio para matarlas y otros tres para controlar que no vuelvan a infestarlo todo.

Extracto de noticia publicada en el periódico el CORREO por Miriam Cos el 16 de Octubre de 2016

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